04. “Hacer dinero” como objetivo fundamental

En la entrada pasada del blog expuse que para hacer un adecuado análisis de decisiones es conveniente diferenciar cuatro tipos generales de objetivos: los estratégicos, los fundamentales, los intermedios y los de proceso, y que las decisiones deberían ser tomadas únicamente en función de los objetivos fundamentales. Dado lo común que resulta para muchos tomar decisiones en función del factor económico únicamente, cabe hacernos una pregunta interesante: ¿es acertado plantear “hacer dinero” como un objetivo fundamental?

Hacer dinero es sin duda un objetivo personal importante, pero para saber si es un objetivo fundamental tendríamos que responder a la siguiente pregunta: ¿por qué motivo es importante  hacer dinero? La respuesta es obvia: hacer dinero es importante porque el dinero nos permite satisfacer nuestras necesidades y hacer aquellas cosas que deseamos hacer. A pesar de que para algunos pocos individuos hacer dinero es un fin en sí mismo, para la inmensa mayoría de nosotros el dinero es sólo un medio para lograr otros fines.

Esta reflexión parece sugerir que, a pesar de que el factor económico debería estar siempre en nuestra mente, a la hora de tomar cualquier decisión sería conveniente analizar las alternativas no en función únicamente del dinero que nos aportan o que nos quitan, sino también en función de lo mucho o poco que contribuyen las alternativas a la consecución de nuestros verdaderos objetivos fundamentales. Esto implica decidir sobre la base de una estructura de evaluación con múltiples criterios, considerando el factor económico como uno de ellos, pero no como único criterio y en muchos casos ni siquiera como el más importante.

En el ámbito empresarial, sin embargo, la cosa cambia. Para las empresas, incrementar la riqueza económica de los accionistas es su razón de ser, su objetivo estratégico más importante. Pero aún en este ámbito, el pensamiento multicriterio se justifica plenamente al haber factores que contribuyen al objetivo estratégico pero que son de muy difícil cuantificación en términos monetarios directos. En el campo de la Responsabilidad Social Corporativa, de la I+D+i, de la seguridad y la salud, de la calidad o del cuidado del medioambiente, por ejemplo, es factible cuantificar los costos que implican las iniciativas y proyectos, pero resulta generalmente muy difícil cuantificar los beneficios económicos que pueden llegar a representar. Por este motivo, posiblemente la mejor forma de tomar decisiones en estos ámbitos sea hacer un balance de los costos versus el valor añadido que aportan las alternativas, entendiéndose “valor” como la contribución que hacen las alternativas a la consecución de los múltiples objetivos fundamentales no económicos que persigue la empresa.

Un saludo!

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